Recuerdo al menos 4 situaciones en las cuales visualicé claramente lo que iba a oír en circunstancias próximas. Paso a explicarme con los correspondientes ejemplos.
En 1988 realicé un viaje a Escandinavia de 2 meses con el fin de explorar lo que pensé sería mi lugar de residencia. Argentina me había fatigado con la decepción Alfonsín y me convencí que la democracia jamás nos llevaría al desarrollo. Entonces tomé el mapamundi y me pregunté dónde estaba el Paraíso Terrenal. En ese momento la moda decía: En Japón. A mí me bastaba ver cómo ingresaban en Tokio al subte para saber que eso no era cierto. Del mismo modo cómo hoy sé que China no es una tierra de promisión (no puede serlo un lugar donde se requiere una patente para procrear).
El avión de SAS salía a las 20.30hs y me tocaba hacer tiempo en mi departamento de soltero hasta las 17hs., aprox. Entonces se me ocurrió, de repente, elegir un LP de Schubert (un músico al que no le tengo particular aprecio): la versión del cuarteto con Peter Serkin de La Trucha. Por algún motivo que ignoré, ignoro y, tal vez, ignoraré de por vida, lo puse a eso de las 13hs. y lo escuché como 5 veces, hasta que llegó la hora de irme al aeropuerto de Ezeiza.
La Trucha resonaba en mi mente, como una especie de himno de conquista de Escandinavia. Ese día, en ese viaje, era mi lei motiv musical.
No puedo describir mi asombro cuando al subir al avión, me encontré con que un movimiento de La Trucha era la música de bienvenida a la cabina de SAS, algo así como su himno de recepción. Por supuesto, la misma versión que yo había oído en mi casa. Y la tuvieron encendida hasta que el avión despegó.
Sobran las palabras para comentar este evento.
En una ocasión anterior, mientras cursaba la Lic. en Economía en la UBA, un compañero me invitó a concurrir a un concierto en el aula magna de la Facultad de Derecho de la UBA, donde daba un concierto el diminuto-musicalmente gigantesco Ruggiero Ricci. Pensé, sin verdadera ambición, “ojalá interprete el Concierto para Violín de Tchaicovski”. Fue lo que tocó.
Cuando los Swing Timers estrenaron su último disco Recreando a Benny Goodman en el local Be-bop en 2015, sobre el final del recital, mirando fijamente a Percan (el clarinetista del grupo) pensé con intensidad: “Ojalá toquen Lady, Be Good”. Fue lo que hicieron.
Finalmente, el reciente 29, recibiendo el 2016 con un grupo de amigos, tuvimos el privilegio de asistir a una representación del genial clarinetista Carlos Acosta y su trío. Esa tarde, por algún motivo que ignoro, me pasé como 2 horas escuchando la versión de Miles Davis de 1956 Bye, Bye, Black Bird. ¿Con qué inició Acosta su recital? Huelgan las palabras.
Estas “premoniciones musicales” pueden someterse a variadas interpretaciones. Simple casualidad. Un escéptico diría: “¿Cuántas veces pensaste similarmente y la coincidencia no se dio?”. Respondo: no recuerdo haber pensado con intensidad un tema y que no se haya dado. Simplemente en otras ocasiones no lo pensé.
También pueden ser simple “telepatía”. De alguna manera, las ondas de que eso sucedería así, me llegaron a mi mente.
Más dictatorial, puede pensarse en que en esos momentos desarrollé poderes para alterar lo que hubiera sido el curso de los acontecimientos si mis deseos hubieran sido diferentes. Es decir, que YO hice que SAS dispusiera La Trucha varios años antes para que al viajar, se conjugara con mi deseo de ese momento. Y que hice que Ricci preparara el concierto de Tchaicovsky para que meses después disfrutara de uno de mis favoritos. Así como hipnoticé a Percan (de manera conciente) y a Acosta (de manera inconsciente) para que toquen temas de mi agrado.
Sé que la mayor parte de los lectores, no se impresionará por este breve escrito. Lo verá como una autosugestión de un melómano, que al tener su cabeza repleta de temas musicales, alguno tenía que embocar.
Quiero que sepan que yo no lo vivo así.
Experimenté cada una de estas casualidad como verdaderos Mi-la-gros de mi Co-ne-xión Celestial con la Música.
¿Y quién me quita lo así escuchado?
Me despido incitándolos a adivinar en qué tema musical estoy pensando al finalizar este escrito.