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El blog de Mario Morando

Los dos misterios de los judíos

candelabro

No se conocen los orígenes del pueblo judío. Aparecieron hacia 1200 a.c. junto con la invasión de los pueblos del mar. Pululaban junto a cananeos, amonitas, moabitas, amalecitas, arameos, edomitas, filisteos, gabaonitas, jebuseos. Saúl fue el primer rey de Israel (1029 a.c. – 1007 a.c.). Hacia 928 a.c. el reino se dividió en Judá (que incluía la tribu de Judá y la de Benjamín) e Israel. Las diez tribus de Israel (eran 12 en total) se fueron dispersaron (diáspora) sin haber logrado conservar sus raíces hebreas, especialmente hacia el siglo VII a.c. por imperio de los asirios que fueron desmembrando el imperio israelita. Luego vendrían sucesivamente los babilonios, los persas, los helenos, los egipcios, los romanos hasta la conquista árabe de Jerusalén en 638 d.c. Por lo tanto se llama pueblo judío a quienes tienen ancestros en las 2 tribus de la casa de Judá. Aunque luego de 3 mil años no es sencillo comprobarlo.

Sin embargo aún su conceptualización no está nada clara. El judaísmo es tanto una religión, como un sentimiento nacional, como un conjunto de costumbres alimenticias, higiénicas y sociales. En particular, siempre existieron intensos intentos por parte de las reglas judaicas de excluir la unión con extranjeras para evitar la pérdida de identidad.

No existe una definición clara de judío. Por ejemplo, la ley de los tribunales rabínicos de 1953 aplicó la definición talmúdica, según la cual judío es todo quien haya nacido de madre judía o se haya convertido según procedimientos muy específicos. En 1970 la Knesset (Parlamento israelí) flexibilizó la definición a los efectos de hacer más amplia la acogida a la ley del Retorno (a Israel): “judío es toda persona de madre judía, o persona convertida al judaísmo y que no es miembro de otra religión.”

Estas definiciones no funcionan en la práctica, porque desde el punto de vista lógico son recursivas (¿ cómo sabemos si la madre de la madre era judía y así en regresión ad infinitum?). Y desde el punto de vista empírico, hay partidarios del estado judío que no son religiosos, y religiosos judíos que no son partidarios del estado judío. Para no hablar de la práctica despareja de las costumbres alimenticias, higiénicas y sociales (sefaradíes, ashkenazis, mixtos). Aún limitándonos a la religión judía, ésta no denota un conjunto claro de elementos, pues hay misceláneas orientaciones (ortodoxos, conservadores, renovadores).

En síntesis, no existe un criterio claro para definir a una persona como judía o no. Lo que sí está claro es que no existe ni indicio de un criterio racial, como tantos fanáticos antisemitas han creído capturar. Conozco judíos de orientación que ya no lo son (“me salvé de la circuncisión gracias a mi viejo”) y otros que se hicieron judíos proviniendo de familias que no tenían la menor tradición (ejemplo: Madonna).

Pero no es el único misterio el tema de la conceptuación (¿qué es un judío?), lo que claramente genera un fenomenal problema de identidad. Sino que hay otro misterio y es cómo un conjunto de personas tan reducido puede hacer tanto ruido en la historia universal.

Porque actualmente la población mundial registra, aproximadamente, 15 millones de judíos sobre sus 7.240 millones, es decir un 2 por mil, con la siguiente distribución, en millones: Israel 6,3;USA 5,7;Francia 0,5;Canadá 0,4;Reino Unido 0,3;Rusia 0,2;Argentina 0,2;Resto 1,4.

Si bien el holocausto judío se cobró al menos 6 millones de víctimas (de las cuales 1,5 millones eran bebés y niños)[1], dicho evento no altera sustancialmente la insignificancia poblacional del judaísmo.

Puestos a inventariar razones para explicar su enorme peso específico en la historia, nominamos:

*potencia de su religión. Sin embargo, no puede decirse que la religión musulmana sea menos potente.

*potencia de su instinto de aislamiento biológico (mantener cerrada la posibilidad de difusión por cruce con otras culturas). Por ejemplo, en Israel el casamiento entre un judío y un no judío no está permitido. Aquí podría haber una explicación.

*potencia de su altísimo grado de alfabetización desde el inicio de los tiempos. Lo cual conduciría a un precoz desarrollo de las habilidades intelectuales. De ahí la importancia mundial de su libro: La Biblia. Este podría ser un segundo factor importante.

*potencia de su unión. Aunque la historia no los muestra tan unidos. Por ejemplo, las atrocidades nazi en un país donde eran una parte importante de la población, revelan cierta falta de organización para coordinar acciones guerrilleras defensivas.

Por mi parte, si bien no soy judío en ninguno de los sentidos posibles, debo confesar que sospecho haber recibido una gran influencia de la cultura judía.

Cuando hace poco leí un libro del difunto rabino De Lubavitch, me sentía releyendo uno de mis libros de catecismo del colegio cristiano (dicotomía cuerpo-alma; pecado; etc.). Parecería que el cristianismo es una nota al pie del judaísmo, lo cual puede comprobarse objetivamente comparando el tamaño del Antiguo Testamento con el del Nuevo.

Y cuando escucho temas musicales interpretados con clarinete, un escalofrío me atraviesa la espalda, como si la música así interpretada me trajera reminiscencias profundas e inefables de mis ancentros.

Tal vez nadie sea completamente judío. Ni nadie se completamente no judío.

Tal vez la fascinación por lo judío, incluso entre quienes gustarían perseguirlos, resida en su ambigüedad.


[1] Si bien recientes investigaciones triplican la cifra.

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Esta entrada fue publicada en 2 mayo, 2015 por en Historia internacional y etiquetada con , , , , .
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