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El blog de Mario Morando

Tener hijos: todos los motivos del amor (Clarín, 19/4/2014, pag. 39)

reproduccion

 

 

La nota del escritor Ariel Magnus (Por qué decidí no tener hijos), publicada el sábado pasado en la sección Mundos Intimos, me llevó a las siguientes reflexiones.

Está de moda pavonearse de no tener hijos por no hacer cumplidos ni con la sociedad ni con Dios, ostentando así una personalidad pretendidamente libre. Argumentan que los nacimientos se producen: por descuido; para no desentonar socialmente; para refinanciar nuestras frustraciones; para no legar dinero a desconocidos; por mandato religioso.

Hay que señalar también otros motivos:

*Amor: el instinto de reproducir la belleza física y espiritual de nuestra/o amada/o. (Aunque es cierto que el amor genuino es raro).

*Prolongarnos genéticamente: somos células que vamos muriendo; la especie subsiste a través de quienes nos suceden. Cortar la cadena puede vengar resentimientos hacia nuestros padres, pero nuestro rastro genético desaparecerá eternamente.

*Compartir y prolongar la cultura: años de convivencia son la oportunidad ideal para hacer la tradición de conocimientos y valores, en clima de familia.

*Cancelar nuestra deuda “ecológica”: recibimos una vida, debemos una vida. Morir sin reproducirse es morir en deuda con la naturaleza, por consumir un capital genético sin reponerlo, cual parásitos de la humanidad.

¿Es razonable acumular toda nuestra energía y entusiasmo sólo en nosotros, seres destinados en breve a la muerte y putrefacción? ¿Quién depositaría todo su dinero en un banco que se va a fundir? Y nosotros somos un banco que se va a fundir.

El grueso de la actividad humana es sólo miedo y avaricia (que en definitiva es una forma de miedo). Pero, justamente, el instinto de proteger y agrandar la pequeña porción valiosa conduce a procrear deliberadamente.

Una sociedad de seres sin descendencia se derrumbaría en menos de medio siglo. Me entristece pensar en la desaparición tanto de la música de Beethoven como de los churros con chocolate.

Sé que todos estos razonamientos serán impotentes a la hora de penetrar la dura coraza de la egolatría, que, sin embargo, finalmente, disolverá la muerte.

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Esta entrada fue publicada en 19 abril, 2014 por en Filosofía y etiquetada con , .
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