El hombre tiene muchas pieles que cubren las honduras de su corazón.
El hombre sabe muchas cosas; pero no se conoce a sí mismo.
Treinta o cuarenta pieles o cueros, como de buey o de oso, gruesas y duras cubren el alma.
Entra en tu propio terreno y aprende allí a conocerte a tí mismo.
Eckhart
Vivimos una época donde la vida de las personas en general no es tan dura como lo era hace décadas. Estaban muy ocupadas en su trabajo y no tenían tiempo para darse cuenta de si estaban angustiadas o aburridas.
Disponiendo ahora de más recursos y de más ocio, muchísimos se aburren y se angustian. La monotonía de sus vidas los lleva a tratar de estimularse con adicciones negativas. Tienen tiempo para pensar, tienen recursos excedentes, pero no tienen entretenimiento genuino.
No es que el alcohol, el cigarrillo y las drogas resulten finalmente tan entretenidos, pero permiten tapar las frustraciones, del mismo modo que la visión compulsiva de la televisión, comer chocolates (o lo que sea) o manejar a alta velocidad. Es fuente de toda alienación la combinación de:
a) la incapacidad para dialogar con nosotros mismos, debido al miedo a mirar hacia adentro; preferimos no vernos, imaginar que somos distintos.
b) el instinto de no quedar fuera del grupo de pertenencia; pánico de ser rechazados por quienes nos rodean, de resultar DIFERENTES. Sin embargo sería razonable que cada uno de nosotros fuera único, y sólo por casualidad podría resultarle adecuado el camino que recorre su vecino.
c) el miedo al cambio, a transformarnos, desarrollarnos.
El cigarrillo permite mimetizarse; inhalar y exhalar (aunque sea humo en lugar de aire, nos obliga a ejercitar nuestros pulmones); paladear; mantener las manos ocupadas; disfrutar del efecto vasoconstrictor. Utilizado como se lo indica, finalmente mata al que lo consume. ¿Se acuerdan del cowboy Marlboro, que lucía tan canchero? Murió de cáncer.
Fondo blanco
Juan Francisco Sanda – Marco Giampetruzzi
Instituto Nuestra Señora del Buen y Perpetuo Socorro
El alcohol permite mimetizarse; quitar la sed; paladear; mantener las manos ocupadas; disfrutar del efecto vasodilatador; perder algo de conciencia, relajarse. Su costo: accidentes viales, peleas, enfermedades.
Las drogas permiten mimetizarse; amplificar los deleites; relajarse y evadirse. Su costo: pérdida paulatina del uso de las facultades mentales.
Las tres modalidades constituyen un negocio para quienes abastecen de estos escapes. Un negocio de bajo costo de producción. Como nunca nos satisfacen totalmente, porque no producen saciedad, nos inducen a consumir más y más. Además, nos mantienen estancados, girando en círculos, como dando vueltas en una calesita, haciendo de nuestra vida una historia cerrada, mecánica, repetitiva, claustrofóbica, que nos impide una vida de desarrollo abierto, aventurero. Esa circularidad de los adictos (y de los alienados, en general) nos revela gráficamente su miedo a salir caminando hacia adelante en línea no circular. Caminan en círculos mentales porque tienen miedo a caminar hacia adelante. A decidir de manera distinta en cada esquina del camino de la vida. Buscan sólo lo conocido. Repetirlo y repetirlo, sin fin. O, mejor dicho, hasta que la muerte los separe de su adicción.1
No te ahogues
Samuel – Domínguez
Instituto del Carmen
Pero si nos limitamos a difundir la idea de que hay que dejar las adicciones malas para ingresar a una especie de mundo ordenado, sano pero también mecánico, será difícil que rescatemos muchos adictos, o que impidamos que otros jóvenes crucen la línea que terminará finalmente con sus pulmones o cerebros. Preferirán la diversión finalmente malsana antes que hastiarse, porque el mal vendrá en el futuro, pero la diversión y el tapar lo que no nos gusta viene ahora.
La tarea de fondo consiste en permutar las adicciones malas por adicciones buenas. Se nos dirá que no existen adicciones buenas. O, como decía mi bisabuelo: “La mejor costumbre es no tener costumbre”. Disiento. Una vida sin pasión es verdaderamente aburrida, sosa. Y si uno siente pasiones, éstas no pueden no ser adictivas. Querremos repetirlas todo lo que podamos.
La adicción al alcohol, a las drogas, al cigarrillo, se autodestruyen. Brindan placer y cierta diversión, pero van generando condiciones que terminan minando sus propias bases. El alcohol va destruyendo las células cerebrales y el hígado. Las drogas van destruyendo la voluntad y la inteligencia. El cigarrillo nos conduce a introducir humo en un lugar donde debería entrar sólo oxígeno, destruyendo así paulatinamente el aparato respiratorio.
Por el contrario, la adicción a la música, a las artes plásticas, a la lectura, al deporte, a las reuniones con amigos, no sólo no nos hacen daño físico ni psíquico sino que nos predisponen a desarrollarnos.
Por eso, este concurso de afiches en contra del alcohol invita a los adolescentes a reflexionar sobre el tema, a elaborarlo, a expresar artísticamente sus opiniones y finalmente a compartir dicha expresión socialmente. Resulta como una vacuna por extensión contra las adicciones dañinas, las que tienen patas cortas porque se autodestruyen.
Rompé tu botella
Daira Yasmine Santos – María Constanza Cosentino
Instituto Santa Rosa de Lima
Estimados jóvenes, quiero advertirles de que, a medida que crezcan y se inserten en la sociedad, no sólo se verán amenazados por las drogas, el alcohol y el cigarrillo. La mecanicidad social tratará de automatizarlos, de estandarizar sus gustos y actitudes, y finalmente de destruir esa increíble creatividad que han demostrado en este concurso a través de sus afiches. Deben estar alertas, y defender su creatividad de lo mecánico para conservar su personalidad, lo que los diferencia y les da existencia esencial. Nunca dejen de ser creativos en todos los desafíos que les presente la vida. La creatividad expresada artísticamente es el motor del desarrollo humano. Es diversión siempre asegurada y sostenida.
Porque es falso que haya que buscar el equilibrio. El equilibrio no existe. O vivimos sin adicciones, aburridos y monótonos; o vivimos sumergidos en adicciones destructivas que nos alienan y que finalmente se cobrarán con creces su costo; o vivimos apasionados por adicciones buenas, que también nos desequilibran, pero no para destruirnos, sino para lanzarnos al movimiento perpetuo. A la dicha infinita de disfrutar del resultado de la interacción entre nuestro corazón y nuestro cerebro. Esa es la mejor diversión que la vida nos ofrece.
http://www.youtube.com/watch?v=4Tk371rH4Gs (De nada sirve, Morris)
* La alocución en la entrega de premios del tercer concurso de afiches «Divertite sin alcohol», 14/11/2013, Centro Cultural Recoleta, fue una versión reducida de este escrito.
1 En este sentido, tal vez la adicción dañina más generalizada sea la acumulación de dinero sólo para aumentar la montañita, sin un fin específico extramonetario.