Al crecer, lo único que quería tocar era estilo Swing.
Hiciera lo que hiciera, nunca lo logré. Casi me volví loco
al no poder hacerlo. Por fin intenté algo distinto.
Y de ahí resultó lo que ahora llaman bebop.
Dizzy Gillespie
Los antecedentes del jazz son las worksongs (músicas para hacer más llevadero el trabajo agrícola), los shouts (gritos cortos) que entonaban los esclavos negros hacia fines del siglo XVIII en Norteamérica, y su expresión intermedia (ni grito ni canto, sino pregón): el field holler. Todos con raíz en Africa. Con la conversión al cristianismo, se agregaron los spirituals (canciones de alabanza a Dios cantadas en las diferentes iglesias negras).
De todos ellos surgió el blues hacia 1850, música basada en notas tristes (nota menores o disminuidas), y que es la base de todo tipo de jazz. Los 12 compases del blues constan de 3 frases de 4 compases cada una: una afirmación, su repetición, y una “conclusión”. Los sistemas musicales africanos eran pentatónicos, sin la tercera ni la séptima nota del nuestro. Al cantar dichas notas, los negros dudaban, por su falta de familiaridad, entre la nota mayor y la menor correspondiente a cada una de ellas. De esta manera surgía una simultaneidad de sentimientos tristes y alegres, haciéndose una música ambigua y, por lo tanto, atractiva.
Dos géneros laterales condimentaron el surgimiento del jazz junto al blues: el ragtime, que comenzó hacia 1860 como música pianística de salón, tipo valses sincopados, cuyo mayor exponente es Scott Joplin; y la música cowboy con banjo.
Hacia 1900 el blues dio curso al boogie-woogie, una música de tipo repetitivo e hipnótico. Comenzó con el “honky tonk” piano, una manera potente, sencilla y directa de blues al piano, que se ejecutaba en las “barrel house”, es decir las casas de despacho de bebidas en barril, donde no faltaban los proxenetas y prostitutas. Hacia 1920, con la ley seca, pasó a tocarse en las “house rent parties”, reuniones que se hacían en casas particular para juntar fondos para abonar los alquileres atrasados, cuando estaban a punto de desalojar a algún deudor moroso, donde se les servía patas de cerdo y papatatas a los asistentes, todo regado con whisky ilegal. Se trataba de una manera rítmica y obsesiva de tocar el piano, con figuras repetitivas en la mano izquierda, mientras la derecha va bordando frases melódicas o ritmos que se contraponen a los de la izquierda. Por su preponderancia del ritmo, es el más africano de los estilos de piano jazz, aunque en rigor muchos no lo consideran jazz debido a su mecanicidad de alternativas limitadas. Si no es jazz, bien que lo nutrió.
De toda esta “pasta” surgió hacia principios de siglo XX la primera forma de jazz: el New Orleans tradicional o Dixieland. New Orleans era un hervidero de culturas (francesa, española). Era música tanto de marcha en desfile de carnaval, como de espectáculo de circo, música de salón en prostíbulos y de acompañamiento en sepelios. Entre sus mayores exponentes se encuentran Jelly Roll Morton, James P. Johnson, Willie “The Lion” Smith, Fats Waller, Sidney Betchet y el fundamental Louis Armstrong.
La palabra “jass” apareció escrita por vez primera en 1913 en un diario de San Francisco. Puede provenir de “jasm” o “gism”, denotando “energía” en el juego, “exaltación” o incluso “esperma” como energía sexual. Según Dizzy Gillespie, “jasi” significa “vivir a ritmo acelerado” en un dialecto africano. A las prostitutas de New Orleans se las denominaba “jazz-belles” por Jezabel de la Biblia.
Al cerrar la Marina las casas de diversión en 1916, con motivo de la guerra mundial, hubo una emigración masiva al Nordeste, llegando el Dixieland a Chicago, siendo King Oliver el primero en brillar. Fue en Chicago donde el estilo New Orleans se desarrolló como hoy lo conocemos. También surgió un estilo propio de Chicago, más frío y contenido que el Dixieland, cuyo exponente fue Bix Beiderbecke.
Hacia 1928 apareció en Harlem y Kansas City un nuevo estilo: el del swing de las Big Bands. Allí encontramos a Fletcher Henderson, Jimmie Lunceford, Chuck Webb, Duke Ellington, Count Basie, y Benny Goodman, entre otros. Si bien todo tipo de jazz tiene swing, en el sentido de un elemento rítmico difícil de definir analíticamente, el estilo Swing es otra cosa (aunque también tiene swing), asimismo imposible de definir sin haberlo escucharlo.
Hacia 1940 Kansas City fue la cuna de un nuevo estilo: el be bop, palabra que refleja onomatopéyicamente cuando querían cantarse los saltos melódicos de intervalos de quinta disminuída. Se agregaba así otra nota disminuída (la quinta) a las dos propias del blues (la tercera y la séptima, que no estaban en la escala africana).1 Pioneros fueron Thelonius Monk, Charlie Parker, Charlie Christian y Dizzy Gillespie.
En 1947 aparecen los primeros solos estilo cool. El precursor fue Miles Davis, y también Lennie Tristano. Era una manera de tocar “fresco”, sin tocar “frío”.
El caso del extraordinario saxofonista (mi favorito) Lester Young es el de una “bisagra” entre el estilo Swing y los estilos Be bop y Cool. En cambio, con todo lo revolucionario que fue Charlie Parker, contiene menos ingredientes clásicos que Young. Toda la historia posterior del jazz es la dicotomía entre el lirismo con swing de Lester Young y el empuje arrollador de Parker, un jazz melódico versus un jazz áspero.
Hacia 1951 aparece el maravilloso hard bop de Sonny Rollins, que viene a endurecer la dulzura del cool de Davis. Y hacia 1961 el free jazz, del que Ornette Coleman es el exponente arquetípico de una música sin reglas aparentes, ni de ritmo ni de tonalidad, a punto tal que algunos de sus representantes tocan con instrumentos de juguete. Entre medio de estos estilos se encuentra, mucho más organizada, si bien de avanzada, la música de Charlie Mingus, una especie de Duke Ellington moderno.
Lo que sigue, con Miles Davis notablemente a la cabeza, es una loca carrera de fusión, que hacia 1968 llega al jazz-rock y luego pasa al rock-jazz. Es por entonces que el rock se adueña de la escena musical mundial, absorbiendo al jazz hasta su disolución. Su máxima figura fue Jimi Hendrix. Luego fue a su vez absorbido por el pop, el soul, el beat, etc., donde cada estilo va desfigurando/transformando al anterior.
Como laterales al jazz, se desarrollaron: hacia 1949 el rhythm & blues, canciones populares negras melódicas, que a su vez dieron origen hacia 1955, en conjunción con el boogie woogie, al rock and roll. Quién iba a pensar que dicho rock and roll, una especie de hijo bobo del jazz, se fagocitaría a su padre…
Hacia 1930 habían aparecido los gospels (modernización de los spirituals) y en 1950 la música country.
Comprender en profundidad la evolución del jazz no es tarea fácil ni que pueda agotarse aquí. Pretendemos describirla someramente. Su estudio profundo requiere otra densidad.
Todos coinciden en que la clave del jazz es suma de swing, improvisación, y sonido/fraseo individual.
La improvisación puede ser individual como también de grupo. Es necesario desmitificarla un poco, en el sentido de que así como los poetas no recitan poesías de la nada, los músicos tampoco tocan de la nada. Pensaron bastante antes de hacerlo y tienen todo un repertorio de trozos, copiados, modificados o inventados. Me permito descreer de la improvisación absoluta, así como nadie improvisa de la nada en un discurso, sino que tiene previamente la cabeza llena de conceptos que luego explicita, sí en un orden improvisado en el momento.
También es propio del jazz la individuación del estilo del intérprete. Cuando se escucha música clásica es muy difícil identificar al intérprete. Pero en el jazz, es parte del gusto reconocer al intérprete: su sonido y su fraseo. Bastan tres o cuatro notas para hacerlo en el caso de quienes han logrado transcender con “su” estilo.
Con respecto al swing, la cosa es difícil de definir analíticamente, a punto tal que no existe notación musical para representarlo en el solfeo. Literalmente significa “balanceo”, y la palabra apareció escrita por primera vez en la composición de Jelly Roll Morton “Georgia Swing”. Pero ¿balanceo entre qué y qué? Se suele describir aproximativamente como una forma de tocar en que notas de igual duración escrita se tocan con distintas duraciones, generalmente alternando entre largas y cortas. En el ritmo shuffle, la primera nota de un par es exactamente el doble de larga que la segunda. En el swing, la división es inexacta, y varía (dependiendo de factores como el tempo, el género, y los gustos individuales del ejecutante) entre casi iguales (en los tempos rápidos, generalmente) a casi shuffle (en los tempos lentos).
Decía Wally Rose: “La única forma en que puedo describir el swing está en el tipo de movimiento rítmico desde el cual colocas una nota en tal lugar en el justo momento en que tienes que tocarla. El único modo en que puede mantenerse unida una banda está en que se encuentre en el golpe (beat), en aquella fracción de segundo en que todos piensan: es el momento del golpe. La mínima desviación causa inhibición y tirantez, destruyendo el swing.” Dicha precisión del jazz no puede compararse con la de la música clásica, pues mientras en el jazz proviene del swing, de un modo natural y suelto, la precisión académica ni es natural ni es suelta.
Es en la inextricable combinación de orden y locura que tiene el jazz donde reside su atractivo. No por casualidad su primera gran estrella, un peluquero mujeriego de New Orleans nacido hacia 1870, llamado Buddy Bolden (que tocaba la corneta estruendosamente bien, luego de haber intentado sin éxito el acordeón), enloqueció durante un desfile musical hacia 1907, finalizando en 1931 sus días en un manicomio, luego de 24 años de padecer demencia precoz paranoide. El orden del jazz proviene de su conservadurismo en melodía y armonía occidental (con la única excepción armónica de las blue notes o notas tristes), mientras que su carácter revolucionario se concentra en el ritmo. En el swing.
Relataba el pianista argentino Enrique Villegas, en un espectáculo al que asistí hacia 1980, que en una oportunidad una señora le preguntó a un famoso jazzman qué era el “swing”, a lo que éste le contestó: “Mire, señora, si Ud. me lo pregunta es porque no lo sabe. Y si Ud. no lo sabe, es inútil que se lo explique.”
Si no quieren ser como esta Señora, ¡pues meta a escuchar jazz se ha dicho!
Para ello les recomiendo a mis jazzmen/women favoritos, por orden cronológico:
JAZZMEN
Scott Joplin (24-11-1868, Sagitario; 1917)
J.P.Johnson (1-2-1894, Acuario; 1955)
Sidney Bechet (14-5-1897, Tauro; 1959)
Edward “Duke” Ellington (29-4-1899, Tauro; 1974)
Edmond Hall (15-5-1901, Tauro; 1967)
William “Count” Basie (21-8-1904, Leo; 1984)
Lionel Hampton (12-4-1909, Aries; 2002)
Benjamin “Benny” Goodman (30-5-1909, Géminis; 1986)
Lester “Pres” Young (27-8-1909, Virgo; 1959)
Jean-Baptiste “Django” Reinhardt (23-1-1910, Acuario; 1953)
Willie “Lion” Smith (25-11-1910, Sagitario; 1967)
Nathaniel “Nat King” Cole (17-3-1917, Piscis; 1965)
Charles “Charlie” Mingus (22-4-1922, Tauro; 1979)
Gerald “Gerry” Mulligan (6-4-1927, Aries; 1996)
Theodore “Sonny” Rollins (7-9-1939, Virgo)
JAZZWOMEN
Adelaida Hall (20-10-1901, Escorpio; 1993)
Ivie Anderson (10-7-1904, Cáncer; 1949)
Helen Humes (23-6-1913, Cáncer; 1981)
Eleanora “Billie Lady Day” Holiday (7-4-1915, Aries; 1959)
Una Mae Carlisle (26-12-1915, Capricornio; 1956)
Ella Fitzgerald (25-4-1917, Tauro; 1996)
¿El más grande de todos? Sin duda, Duke. Tan grande, que trasciende el jazz y sube al podio de la música universal junto a Beethoven. ¡Todo un Beethoven del jazz! Dos semidioses.
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1 El 13/12/1927 Louis Armstrong grabó “Hotter than that” (Odeon); en su coro scat canta con toda claridad las palabras “be-bop; be-bop”.