«Taxímetro» es el nombre del aparato que marca automáticamente la distancia recorrida y la cantidad devengada. Que el automotor que conlleva dicho aparato haya sido denominado con su apócope («taxi»), limita en esta simbiosis lingüística el real alcance del trabajo de su conductor: un taxista porteño no se limita a medir distancias para tarifarlas. (1)
He tomado taxis en lugares bien diferentes: New York, Hawaii, Roma, Río de Janeiro, Alaska, las islas Madeiras. En todos ellos el taxista es un ser mecánico, gris, parco, poco simpático, que efectivamente se limita a medir distancias para tarifarlas.
Aquí en nuestro país, como resultado no planeado de las políticas de desindustrialización y la desocupación estructural que éstas generaron, conducen taxis miles de personas educadas para tareas de mayor complejidad técnica y social. Y por eso nuestro viaje en taxi es muy distinto al de otros lugares del mundo. De ello nos beneficiamos todos los usuarios. No sólo es mucho más barato en términos comparativos. He mantenido conversaciones interesantísimas con muchas de esas personas, que aquí denominamos afablemente «tacheros», convirtiéndose el viaje en mero pretexto para el intercambio verbal.
Por eso, la aparición del GPS podrá empequeñecer la sabiduría geográfica de nuestros «tacheros», pero no podrá superar su simpatía (con las excepciones siempre existentes a toda regla).
No sólo hay muchos profundos conversadores entre ellos, sino que varios se constituyen en psicoanalistas gratuitos de mujeres y hombres, cual confesionarios espirituales ambulantes. ¿Y qué taxista no ha oficiado de conductor de ambulancia para alguna parturienta en apuros?
Por esa estima que tengo por la labor que desempeñan, es que me ha honrado ser vehículo del mejoramiento de la línea para la compra de automóviles para taxímetros, que en nuestro Banco de la Ciudad de Buenos Aires no sólo se ofrece en las condiciones más ventajosas del mercado sino de la manera más ágil. Por eso comenzamos nuestra gestión en 2008 con unos 300 créditos y hoy tenemos más del 20% de las renovaciones del parque local, extendiéndonos en dicha operatoria también hacia La Plata.
De más está decir que en dicha tarea, la Sociedad de Propietarios de Automotores con Taxímetro (S.P.A.T.) ha sido principal impulsor y asesor. Celebro los 75 años de S.P.A.T. y los felicito por la labor desarrollada y en curso, contribuyendo a que en Buenos Aires, viajar en taxi signifique mucho más que «tarifar una distancia», acercando en cada viaje dos mundos personales.
1. Francisco Tasso, con sus hermanos Ruggiero, Leonardo y Janetto, operaron un servicio de correo a caballo entre Milán (Italia) e Innsbruck (Austria). Germanizando su nombre por el de Franz von Taxis se trasladó a Bruselas y estableció allí un correo a Viena. El servicio resultó tan eficiente que el Emperador Federico III le ofreció el monopolio en su imperio de los Habsburgo, basado en Bérgamo. ¿Será éste el verdadero antecedente de la palabra «taxi»?
Por Mario Morando, economista, ex legislador porteño, director del Banco de la Ciudad de Buenos Aires y habitual pasajero de taxi.