Buenos días a todos Uds.
Entre las acciones que desde el Banco de la Ciudad de Buenos Aires hemos emprendido para conmemorar el aniversario de la Revolución de Mayo, no sólo está el lanzamiento que ya realizamos de una línea de crédito hasta 20 años para inversión que genere exportaciones, única línea de este tipo en el mercado local, sino que ocupa un lugar destacado el sponsoreo de este congreso. Desde el Banco Ciudad valoramos la calidad y diversidad de las actividades que realiza el Instituto de Ejecutivos de Finanzas, producto de al menos cuatro factores:
Además ¿cómo no iba a estar el Banco de la Ciudad presente en un aniversario tan porteño, si justamente este es el banco por excelencia de esta ciudad, a la que viene acompañando desde hace 132 años?, que celebramos el próximo 23 de mayo.
Cabe en esta ocasión recordar qué fue la Revolución de Mayo.
La invasión napoleónica había pulverizado el poder del rey español. Entonces, los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires dedujeron que la soberanía había revertido al pueblo del Virreinato, y que por lo tanto había que instalar un gobierno patrio. Pero lo que comenzó como una reorganización del poder, sería el comienzo de la revolución por la independencia política.
Desde entonces no podemos echarle la culpa de la falta de solución de nuestros problemas domésticos a los extranjeros, como el joven que se va de la casa de sus padres ya no puede hacerlo con sus progenitores.
Somos los únicos responsables.
Recordemos quiénes conformaron la primera junta: un sacerdote (Alberti), dos militares (Saavedra y Azcuénaga), un funcionario público (Belgrano), dos comerciantes (Larrea y Matheu), un empresario/abogado (Paso) y dos letrados representantes de hacendados y comerciantes (Moreno y Castelli). Es decir, más de la mitad provenían del sector empresario.
Fíjense, entonces, la importancia de estas reuniones empresarias que hoy inauguramos. No debemos limitarnos a esperar grandes transformaciones impulsadas sólo desde Estado. El Estado no es el principal productor de valor, sino que básicamente redistribuye el valor producido por otros, brindando ciertos servicios esenciales, arbitrando ciertas disputas y asistiendo a los que no pueden ayudarse solos en la satisfacción de sus necesidades básicas. Sería ser muy cómodo pensar: somos empresarios, no nos ocupamos de los asuntos políticos. Sólo dedicarnos a criticarlos. No es lo que pensaron los revolucionarios de mayo.
Colegas; señoras y señores ejecutivos de finanzas: la revolución de mayo no ha terminado. No fue un acto, es un proceso que debe seguir su marcha. Y que siga su marcha depende en gran parte de nuestra capacidad organizativa. Por eso me permito enfatizar, ya no como Director del Banco Ciudad, sino a título personal, como antiguo asociado a este Instituto, tres asuntos que debieran recibir nuestra atención, si no es en este Congreso, que aborda ya bastantes problemáticas interesantes, en próximas ocasiones:
1) La organización de la representación empresaria: no hay en nuestro país ni legislación al respecto ni financiamiento. Después de 65 años de que los sindicatos laborales se organizaran, disponiendo por ley de la representación única, para coadyuvar a su unión, y del financiamiento obligatorio, para atender a sus medios, la dirigencia empresaria, representante de la gestión del capital, no necesariamente de su propiedad, sigue básicamente desunida a la hora de la acción. Facilitando, por omisión, el desorden.
2) (Segundo asunto a enfatizar) La interacción con los sindicatos laborales debe ser más fluida, hoy queda limitada a la discusión en paritarias de la indexación salarial. Es el natural resultado del fraccionamiento de la representatividad empresaria. Si tomamos a Brasil como ejemplo, allí están presentes los tres elementos: unificación de la representación empresaria por cámaras, obligatoriedad del aporte para el financiamiento de las mismas e interacción con los sindicatos del trabajo, a grado tal que su exitoso presidente es un sindicalista con amplio consenso y diálogo con los empresarios.
3) (tercer asunto que merece debate) Debemos discutir el nuevo proyecto de ley de entidades financieras porque ¿no luce esquizofrénico que mientras se pretende que los bancos reduzcan sus tasas con inflación creciente que las supera ampliamente, el principal órgano rector del sistema, el BCRA, capture fondos a un año al 14% de rendimiento anual? Estamos hablando de un stock de Lebacs y Nobacs del orden de los $50 mil millones, 1/3 de la masa existente de crédito bancario. Imagínense si el Estado se retirara parcialmente del mercado del crédito si no liberaría crédito para las pymes, y a mucho menor costo. Las pymes no compiten con las grandes empresas en el mercado del crédito. Todas las empresas, grandes y pequeñas, compiten por fondos con el Estado, que es el principal impulsor, a través de su demanda de crédito, de la denominada patria financiera. La patria financiera son los bonos públicos y los altos rendimientos nominales que generan prácticamente sin riesgo para el rentista.
Ojalá este Congreso y los que siguen nos lleven más allá de la sola reflexión, a impulsar acciones concretas y mejoradoras del clima de estancamiento intelectual y emocional en el que nos encontramos empantanados.
Para que entonces podamos decir con orgullo: «¡Que siga vivo el espíritu de la revolución de mayo! ¡Que viva la Patria!»